Se acerca el Día de la Madre, y a pesar de que lo más importante es mantener una buena relación con ella durante todo el año, dedicarle un día especial a ella seguro que es algo que agradece. Siempre ha intentado hacerte la vida más fácil, y no puede evitar aconsejarte en cada decisión y aspecto de tu vida, por liviano que sea. “Llámame cuando llegues” o “Hija, ¿estás comiendo bien?” son frases que seguro estás harta de escuchar, pero también sabe darte muy buenos consejos que recuerdas cada vez que los necesitas.
1. "Si tú no crees en ti misma, nadie lo hará"
“Tú puedes”, “lo vas a conseguir”, “ánimo, solo te queda un último empujón”... Cada vez que has pensado que no podías con una situación concreta, tu madre siempre ha estado allí para apoyarte y animarte. Confía ciegamente en ti, y sabe cómo motivarte para conseguir tus objetivos. Se pone más nerviosa que tú cuando tienes una entrevista o una reunión importante, y es que, para ella, la prioridad es que tú cumplas tus sueños.
2. “¡No se come con la boca abierta!”
Puede que haya sido una de las frases que más te hayan repetido de pequeña en la mesa, pero también habrá sido uno de los consejos que más te hayan servido a la hora de relacionarte socialmente con los demás. Aunque creas que es un consejo que sirve de poco en la edad adulta, seguro que en más de una ocasión te has encontrado en la desagradable situación de comer frente a alguien que lo hace con la boca abierta. ¡Cómo agradeces entonces los sabios consejos de tu madre! ¡Y cómo te gustaría que la suya le hubiera enseñado lo mismo!
3. "Que no se aprovechen de ti"
Tu madre nunca aceptó que la hija de tu vecina te pusiera la zancadilla a la salida del cole. Ella siempre te aconsejó que fueras fuerte y que no dejaras que nadie se aprovechara de ti, pero tu carácter bondadoso te ha podido perjudicar en alguna que otra ocasión. Por eso, siempre has agradecido que ella estuviera ahí, ayudándote.
4. “Nunca en la primera cita”
Cuando tu madre te dijo que aquel chico con el que salías le daba mala espina pensaste que no tenía ni idea de lo que estaba diciendo. Unas semanas después descubriste que tenía más razón que un santo. Fue entonces cuando empezaste a pensar que las madres son sabias, o al menos la tuya lo es, y a escuchar lo que decía. Quizás uno de sus mejores consejos haya sido el de quitar de una vez por todas el poster de Leonardo DiCaprio que aún tienes en tu cuarto. A tus 30 deberías haber perdido la esperanza de conquistarle.
5. “El colorete, indispensable”
Se acabaron los tiempos en los que las jóvenes se pellizcaban las mejillas para tener un aspecto sano. El colorete es uno de los mejores aliados para tu belleza, tal y como te decía tu madre. Y eso que tú no querías que ella te hablara de maquillaje… El caso es que un día, para que te dejara tranquila, decidiste seguirle la corriente y ponerte un poco de colorete. El resultado fue inmediato: todo el mundo te preguntó si habías vuelto de vacaciones, porque tenías muy buena cara. Desde entonces, nunca has vuelto a separarte de tu blush.
6. “No te infles a pan antes de comer”
Cuando eras una adolescente parecías no tener fin. Untabas el pan en cada plato que se te ponía por delante y terminabas la comida chupándote los dedos. Como tu madre te decía, mojar pan no es “de gente elegante”. Pero es que además, mojar pan, engorda. Ella siempre te ha instado a no quedarte con hambre, pero de ahí a ponerte hasta arriba hay una gran diferencia. Ahora aprecias mucho más tu tostada con mantequilla y mermelada de las mañanas. Lo de darte un atracón de bollos quedó atrás. Y tu cuerpo no sabes cómo te lo agradece.
7. “Si fulanito se tira por un puente… ¿tú también?
Cuando eras pequeña y sacabas una mala nota, le decías a tu madre que no era culpa tuya y que todos los niños habían suspendido. A ella le daba igual. Lo mismo pasaba cuando ibas a pedirle unas zapatillas como las de tu amiga Lucía, aquellas de marca con las que soñabas. Era entonces cuando te decía “Y si Lucía se tira por un puente, ¿tú también?” Sabiendo que aquello era un rotundo no, ibas a hurtadillas a ver a tu padre para probar suerte con él. Desde luego, recursos no te faltaban.
8. "Ponte derecha"
Ay, cuánto le debes a tu madre. ¡Tendrías chepa de no ser por ella! Aunque te fastidiaba que te dijera todo el rato “¡Ponte derecha!” ahora tú y tu espalda se lo agradecéis. Por otra parte, ir con la espalda recta siempre te aportará unos centímetros de más, así que perfecto. A nivel postural, ir erguida y llevar los hombros hacia atrás puede dar la impresión a los demás de que confías mucho ti misma.
9. "¡Y todavía dirás que vienes a verme!"
Cuando eras adolescente, te encantaba estar todo el día fuera de casa con tus amigos y, ya podías estar aburriéndote como una ostra en la calle, que tú preferías eso a quedarte encerrada en casa. Por suerte, a medida que vas cumpliendo años aprendes a valorar también las cenas en familia o las noches de peli, manta y sofá. ¡Cómo entiendes ahora a tu madre cuando te decía que quedarse en casa también podía ser muy divertido!
10. “No hables nunca con desconocidos”
Esta es otra de las clásicas frases de madre. Ahora sabes que ella era tan insistente con este tema por tu bien, pero en su momento estabas tentada de seguir a quien fuera si la recompensa era lo suficientemente golosa. Eso sí, ahora de adulta la regla no se aplica para los tipos interesantes que puedas conocer este verano…
11. “Hasta el 40 de mayo, no te quites el sayo”
Tu madre no te repite hasta la saciedad que te abrigues bien por molestarte, sino porque sabe que la primavera es una época de cambios constantes de temperatura, y un día puede hacer un sol de justicia, y al siguiente diluviar. ¿Cuántas veces te has puesto mala por no ir lo suficientemente abrigada una noche de fiesta con tus amigas?
12. “Si no te lo comes ahora, lo tendrás para merendar”
Odiabas las acelgas, tu madre te obligaba a comerlas, y si no te acababas el plato volvía a aparecer encima de la mesa para atormentarte a la hora de la merienda (y de la cena). ¡Era como vivir continuamente en El día de la marmota! Por suerte, aunque tu madre siga preparándote el tupper para ir a trabajar (y lo llene como si fueses a dar de comer a toda la oficina), ya no tienes por qué comértelo todo para que se quede tranquila. ¿Os imagináis tener que repetir el mismo tupper día tras día hasta acabarte todo lo que hay dentro?
13. “Compartir es vivir”
Era LA FRUSTACIÓN máxima cuando eras pequeña. Tu madre te compraba una bolsa de chuches y la tenías que compartir con tus hermanos. Tus muñecas y juguetes acababan siempre en la habitación de tu hermana, y en la adolescencia no supiste lo que era tener una prenda propia. Sin embargo, eso te enseño a compartir y a ser generosa con los tuyos, y eso es algo que no te enseñarán en ningún sitio.
14. “Tú para mí siempre serás mi niña pequeña”
Hoy en día independizarse es más complicado que encontrar una aguja en un pajar, y aunque ya tengas una edad, es posible que sigas viviendo con tus padres porque con tu sueldo sólo te daría para pagar una mazmorra. Y aunque estás la mar de a gusto en casa, odias tener que dar explicaciones de con quién entras y con quién sales. ¿Cuándo entenderán que ya no tenemos 15 años? Sin embargo, en cuanto tienes unas décimas de fiebre o cualquier problema te alegras de tener a tu madre en casa para que cuide de ti como cuando eras pequeña. ¿Quién se comporta ahora como una niña?
15. "Estoy orgullosa de ti"
La primera vez que actuaste en la fiesta de fin de curso del cole, o cuando aprendiste a montar en bici, son algunos de los momentos en los que a pesar de ser una niña, pudiste notar la emoción en los ojos de tu madre. ¡Aquello no era más que el principio! Está completamente orgullosa de todo lo que haces, y a pesar de que siempre te recuerda que debes mantener los pies en la tierra, es la primera que te anima a perseguir tus sueños.
Estos 15 consejos llevan resonando en tu cabeza desde que tienes memoria, y probablemente te acompañarán el resto de tu vida. Sin darte cuenta, un día te descubrirás a ti misma pronunciando estas mismas frases. Y entonces una sonrisa se dibujará en tu rostro y comprenderás cuánta razón tenía tu madre.
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