Se podía haber creído en refranes – “A la tercera va la vencida” – o simplemente en la pura cabezonería. Y se creyó. Una vez más, la sociedad española volvió a tener un mismo sentimiento, la ilusión; los políticos se unieron en una misma idea y la magia que tiene el deporte, y que tantas alegrías nos ha dado en los últimos tiempos, volvió a renacer para creer que esta vez sería la definitiva. Que esta vez, sí escucharíamos gritar el nombre de Madrid al abrirse ese sobre.
Si algo tenían en común las tres ciudades candidatas es que en todas había un “pero”.Estambul rozaba las revueltas árabes, Tokio arrastraba la radioactividad de Fukushima y Madrid soportaba la carga de la corrupción política y la crisis económica. Todas podían resultar vencedoras o vencidas.
Lejos de producirse lo que apuntaban las quinielas, en la primera ronda de votación,Madrid y Estambul empataban a votos para ser la ciudad eliminada. Una segunda votación del COI nos dejaba fuera de todo sueño poco antes de las 21:00. Aquellos que habían votado a Tokio como ciudad olímpica borraron al rival más fuerte.
Y así, con la mayor de las decepciones, a las 22:20 se producía la votación final. Tokio o Estambul. Finalmente, y esta vez ya si sorpresa alguna, la capital japonesa se convertía en la vencedora con el estallido de alegría de todos sus deportistas. Así, y tras intentarlo por segunda vez consecutiva, Tokio se convertía en Ciudad Olímpica 2020.
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