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Su primer coche de época

por Redacción Joyce ,
Su primer coche de época© Blanc Chateau

Dime qué te regalan y te diré quién eres. Desde su taller de Lyon (Francia), Blanc Chateau lleva tres años formando su propia escudería de imberbes afortunados. Ya han vendido 74 unidades en todo el mundo. La nº75 busca dueño. ¿Te animas?

“Quería comprarle un pony a mi hija”, comenta un cliente, “pero hay que darle de comer, necesitas un prado para que corra y cuando el pony se muera mi hija estará triste”. Con ese panorama la mejor alternativa fue un BMW 328 para niños. Una reproducción de coleccionista de este mito de las carreras, con la solidez de un verdadero coche y una velocidad punta de 25km/h.

Coches de época © Blanc Chateau
Coches de época
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La idea ya existía. En los años 30 el excéntrico Ettore Bugatti lanzó 499 ejemplares del Baby Bugatti, una versión reducida a la mitad de un Bugatti 35B de 1928 y con motor eléctrico. Se convirtió inmediatamente en el juguete de la aristocracia y las casas reales, y hoy se pagan por él sumas increíbles en subastas por todo el mundo.

Años después, Citroën lanzó su Citronette, y hace solo unos años BMW decidió revivir el mito de su 328 en su versión para niños: un coche muy desconocido, de 1936, sorprendentemente ligero, que mostraría todo su potencial veinte años más tarde en circuitos de carreras, e inspiraría a mitos como el Jaguar XK.

Blanc Chateau recogió el testigo. Creada en 2005 por Christophe Blanc y sus socios, puso rápidamente a trabajar a los ingenieros de BMW con su propio equipo. Tardaron dos años en perfeccionar el proceso de industrialización, logrando duras certificaciones como el test del TÜV, una prueba de calidad de rigor germánico. En 2007 empezaron a comercializarlo. Entre sus clientes adeptos se cuentan el Rey de Marruecos y la familia real de los Emiratos Árabes, el propio Christophe Blanc -que llegó a vender sus coches de colección para poder fundar la empresa-, padres que buscan lo excepcional para sus hijos y toda una escudería de amantes de lo bello.

En su taller de Lyon, cinco personas personalizan cada coche con un abanico de materiales entre varios tipos de cuero, piezas de aluminio hechas a mano por un artesano de la zona, acero inoxidable y hasta neumáticos de verdad. Los coches se componen de unas 450 piezas, tienen 2 años de garantía y un impresionante servicio post-venta (los clientes VIP pueden llamar directamente al propio Christophe Blanc a cualquier hora). Además, Blanc Chateau puede concebir otros modelos a petición del cliente.

El BMW 328 de Blanc Chateau es, ante todo, un objeto patrimonial destinado a pasar de generación en generación. Un homenaje a este icono de la marca y toda una invitación, desde la primera juventud, para vivir entre lo bello y lo valioso. De sus pilotos primerizos saldrá la nueva hornada de coleccionistas acérrimos y amantes de lo clásico. Los hay con suerte.

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