Desde la iglesia románica de Peñalva de San Esteban se recorre el impresionante cañón del río Pedro, entre pagos de tempranillo, garnacha y la variedad blanca Albillo que solo crece en estos pagos, con la Sierra de Riaza nevada al Sur y la del Moncayo al Norte, a dos nieves, una fotografía que te llena la retina. Para finalizar este ameno paseo en Atauta, cuna de Dominio de Atauta, una de las cinco mejores bodegas de España y sus bodegas prehistoricas, la Capadocia Soriana.
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Tras este maravilloso recorrido tomamos dirección hacia el corazón de Soria con parada en el Burgo de Osma, adentrándonos en su soportalada Calle del Obispo Rubio Montiel hasta alcanzar la catedral de Santa María
de la Asunción. Yo recomiendo perderse por su poderoso y castellano conjunto histórico artístico, todos sus rincones tienen encanto.
Un lugar perfecto para comer en el Virrey Palafox si además coincidimos con sus Jornadas de la Matanza, todo un lujo.
Ya en carretera otra vez dirección Soria, nos sorprenderá Nodalo, reino de la caza de la trufa, donde no se puede hacer nada mejor que contratar los servicios de un trufero para contemplar cómo cazan las trufas los perros,
impresionante.
Y por fin en la Soria que enamoró a Becker y a Machado, contemplar su atardecer desde San Juan de Duero o desde la mística ermita de San Saturio es absolutamente mágico.
Ya va llegando la hora de la cena y para dar buena cuenta de ella, no hay mejor sitio que Baluarte, para mi gusto uno de los mejores restaurantes de Castilla León y su chef uno de los dos mejores, sus menús de trufa melansporum y micológicos son de fábula.
Para reponer fuerzas nada con el inmejorable Parador de Turismo Antonio Machado, un lujoso emplazamiento con una vistas de vértigo, donde se ubicó el antiguo Castillo, rodeado por el jardín más grande de Soria capital.
Ya amanece en la capital numantina, hay que comprar mantequilla de Soria y un caballo numantino y, cómo no, visitar el Museo Numantino, una antesala excepcional para finalizar en Numancia, símbolo de la resistencia ibera.
Y de allí al pueblo más bonito de Soria, Medianaceli, perderse por sus calles un sueño.