A veces sentimos que nos pica un poco la cabeza, algo puntual que después de rascarnos desaparece. Sin embargo, a veces esta sensación va a más y se convierte en un picor constante que no se elimina sino al contrario, aumenta cuanto más intentamos acabar con él. Y es que, igual que sucede en nuestro rostro o en cualquier otra zona del cuerpo, la piel de nuestro cuero cabelludo puede sufrir un desequilibrio e irritarse, causando picor o rojez.
Las causas, como ocurre en el resto del cuerpo, pueden ser diversas: estrés, polución, desequilibrio en la producción de sebo o productos capilares inadecuados. Si sospechamos de este último caso conviene hacer una revisión de qué productos estamos aplicando para desenmascarar a un posible culpable.
En primer lugar analizaremos si nuestros cosméticos capilares se adaptan a nuestro tipo de cabello. Tal vez estemos usando un champú muy hidratante para cabello seco cuando el nuestro es graso, o al contrario. Muchas veces creemos que ante el picor lo que necesitamos es hidratación, y no siempre es así. También conviene ver si el pH de los productos es neutro, pues de no ser así probablemente estén siendo demasiado agresivos con la piel y sean los que estén propiciando el picor. Los sulfatos y parabenos son otros dos elementos que pueden ser fuente de picor y sensibilidad capilar, por lo que no deberían aparecer en la etiqueta.
Lo mejor es optar por productos capilares ya formulados para casos de sensibilidad cutánea, que ya cumplen con todas las especificaciones comentadas. Algunos incluso incluyen ingredientes naturales que alivian el picor, como el extracto de raíz de curculigo, la lavanda, la caléndula y la manzanilla.
Si el malestar persiste o se agudiza, conviene visitar a un dermatólogo pues tal vez estemos ante un caso de irritación crónica, eccema seborreico o psoriasis.
Contenido elaborado en colaboración con Mónica Lizondo, farmacéutica y cofundadora de Farmaconfianza.
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