Sin embargo, a su regreso a Inglaterra, el pequeño no se sentía mejor, tal y como contaba después la mamá al diario Mirror: “Chillaba de dolor. No era propio de él, así que le llevé al hospital”. Allí, los médicos no detectaban nada anormal a pesar de las pruebas y enviaron a madre e hijo de vuelta a casa. Seis visitas después, los doctores mantenían su diagnóstico: es un virus.
Pero el estado de Kian no mejoraba, así que Kat Musgrove terminó por llevar a su hijo a otro hospital donde, después de unos análisis de sangre, el temido diagnóstico llegó: el niño sufría una forma rara de neuroblastoma, un cáncer que se desarrolla en las células nerviosas del sistema simpático (que controla funciones como la respiración). "Mi mundo se vino abajo. Fue el susto más grande de mi vida. Después de tanto tiempo llevándole a médicos que me decían que solo era un virus, en realidad se trataba de cáncer", recordaba Kat.
Kian tenía tumores por todo el cuerpo, menos en pies y manos, hasta sumar un total de 27. Los médicos no sabían cuál sería el futuro del niño, pero después de 10 meses de tratamientos intensivos, operaciones y sesiones de quimioterapia, el pequeño ha vencido la enfermedad, aunque todavía sigue bajo vigilancia. "No nos creíamos que estuviera bien. Existe la posibilidad de que el cáncer vuelva, así que estamos recaudando fondos para llevarlo a Estados Unidos para seguir un tratamiento que no está disponible aquí", decía la madre.
Kat Musgrove ha creado una página en Facebook, Caring for Kian, donde relata el combate de su hijo y postea fotos de su familia, además de crear algunas iniciativas para recaudar dinero.
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