El paso a la alimentación complementaria se produce entre los 4-6 meses y hasta ese momento el bebé se habrá alimentado exclusivamente de leche materna y en su defecto, de leche de fórmula. La razón por la que comenzamos con la alimentación complementaria es porque normalmente, a partir de esos meses las reservas de hierro del bebé comienzan a agotarse por lo que tienen que ser enriquecidas con alimentos que lo contengan.
Pero como su nombre dice, las primeras papillas no serán todavía la base de su alimentación sino un refuerzo o complemento a la leche, que debe seguir siendo su alimento principal durante los próximos meses.
¿Cómo aceptará la alimentación complementaria?
Si hasta el momento de comenzar con la alimentación complementaria el bebé solo ha tomado leche de la madre, lo mejor es que sea otra persona y no la mamá quien le ofrezca la papilla. El bebé asocia estrechamente a su madre con el alimento (el pecho) y le resulta muy difícil entender al principio por qué ella le da otra cosa para comer.
Por otro lado, el niño tiene que enfrentarse a muchos sabores nuevos que no ha conocido nunca. Como el sabor de la leche materna puede cambiar dependiendo de lo que coma la madre, es posible que si ha tomado pecho acepte mejor las novedades culinarias, pero en el caso de la leche artificial, el sabor ha sido siempre el mismo. Te recomendamos que tengas paciencia.
Cada niño tiene un ritmo distinto en la aceptación de la alimentación complementaria. Es importante que no lo fuerces a comer. Lo más habitual es que al comienzo rechacen la papilla así que intenta darle sólo una cucharadita o dos para que vaya degustándola e inténtalo de nuevo al día siguiente. ¡No te desesperes! Poco a poco lo conseguirás o, quién sabe, puede que tu niño sea un buen gourmet y ¡esté encantado desde el principio con la cuchara!
Ha llegado el momento, ¡su primera papilla!
Ha llegado el momento, vas a prepararle su primera papilla. Es importante que sepas que aunque los pediatras están de acuerdo en introducirla a partir de los 4-6 meses, unos comienzan por la fruta y otros por el puré de verduras con carne. En realidad, ninguno de los dos métodos ha demostrado ser mejor que el otro, así que podrás adaptarlo a tus necesidades. Aunque si tu hijo toma pecho la mayoría de los pediatras recomiendan comenzar por una papilla con carne (más rica en hierro).
De esta forma, si le sigues dando pecho y te has reincorporado al trabajo, tu hijo puede tomar la papilla mientras estés fuera, y luego seguir con la lactancia materna cuando tú estés en casa.
Es importante que introduzcas los nuevos alimentos gradualmente y en pequeñas cantidades. De esta forma se puede comprobar si el niño muestra una reacción alérgica. Así, cuando hayan pasado cinco o seis días tomando ese alimento sin reacciones adversas, puedes introducir uno nuevo.
¿Cómo hacer sus primeras papillas de frutas?
Si comienzas la alimentación complementaria por la papilla de frutas, debes tener en cuenta una serie de pautas:
>Prepárala en el momento en que la vaya a tomar, pues la fruta se oxida muy pronto y puede perder parte de las vitaminas si permanece mucho tiempo en contacto con el aire antes de ser consumida.
>Siempre que te sea posible, prepara tú la papilla en casa con una batidora, en lugar de optar por presentaciones comerciales.
>Las frutas tienen muchas más propiedades que los zumos.
>A esta edad no conviene abusar de los zumos. Por ejemplo, si empleas dos o tres naranjas para un zumo, el niño puede acabar con diarrea, ya que es una cantidad demasiado elevada para él.
>Puedes darle plátano, manzana, pera... y siempre con la cuchara, no en biberón, pues así evitarás el riesgo de caries.
>Hasta el año hay que evitar la fresa, la frambuesa, el melocotón, el kiwi y las frutas tropicales, pues son muy alergénicas.
¿Cómo hacer sus primeras papillas de verduras?
Si comienzas por el puré de verduras deberás tener en cuenta las siguientes pautas para preparar la papilla a tu bebé:
>Comienza con patata y zanahoria. El sabor más dulce de la patata y la zanahoria le pueden ayudar a aceptar mejor el sabor y la textura de la papilla.
>Después, puedes añadir progresivamente y poco a poco: judías verdes, calabacín, calabaza y la parte blanca del puerro.
>Hasta el año no se recomienda utilizar verduras con demasiados nitritos (suelen ser las de hoja verde, como las acelgas). Tampoco se aconseja hasta los 12 meses: coles, remolacha, nabos, espárrago, tomates y ajo.
>Las verduras pueden ser frescas o congeladas.
>Hay que cocerlas con poca agua para que no pierdan durante su cocción las vitaminas.
>No se debe añadir sal a la papilla.
>Una vez triturada se puede añadir una cucharadita de aceite de oliva, lo que aumentará el valor calórico de la papilla.
¿Cómo introducir la carne en sus primeras papillas?
Ya sabes que uno de los objetivos fundamentales de la alimentación complementaria es enriquecer las reservas de hierro del bebé por eso es aconsejable introducir carne en sus primeras papillas de verdura. Ten en cuenta lo siguiente:
>La carne más indicada para comenzar es el pollo sin piel. Después puedes probar con ternera, cordero, pavo, conejo y otras carnes magras (que no tengan mucha grasa).
>No utilices vísceras ni sesos.
>Comienza con una pequeña cantidad de carne: 10-20 gramos al día.
>Progresivamente puedes aumentar la cantidad de carne a 50-70 gramos diarios.
>La papilla de carne la tomará sólo una vez al día (preferiblemente en la comida).
>Al principio, hay que pasársela bien por la batidora para evitar que pueda atragantarse.
¿Qué más alimentos podemos ir introduciendo en sus primeras papillas?
Además de la fruta, la verdura y la carne el menú del bebé debe enriquecerse progresivamente con otros alimentos como el huevo, el pescado y la carne.
>Huevo: se puede introducir desde los 8-9 meses de edad. Primero se empieza por la yema (se cuece el huevo y se separa de la clara). Se comienza añadiendo al puré primero un cuarto de yema después un tercio, seguidamente media yema y al final la yema entera. El bebé de 8-9 meses puede tomar yema de huevo una o dos veces por semana. A los 12 meses ya podrá tomar el huevo completo que se irá introduciendo poco a poco, del mismo modo que se hizo con la yema.
>Pescado: el bebé puede tomar pescado blanco desde los 8-9 meses. Es preferible que esté congelado previamente para evitar el riesgo de anisakis. El pescado blanco se añadirá al puré de verduras en sustitución de la carne tres o cuatro veces por semana. Se empieza con una cantidad de 10-20 gramos y se va subiendo hasta 50-70 gramos diarios.
>Legumbres: hasta los 12 meses, el bebé no debe tomar legumbres. Se comenzará con lentejas y se continuará por las demás. Al principio es preferible pasarlas por el pasa purés pues la piel les resulta indigesta.
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Alimentos que no pueden comer hasta el primer año
Hay ciertos alimentos o aditivos que el bebé no puede comer hasta más adelante:
>Azúcar y sal: no debe añadirse sal ni azúcar a las papillas.
>Miel: hasta el año, el bebé no debe tomar miel ya que puede contener esporas de botulismo contra las que él, con un sistema inmunitario aún imperfecto, no puede combatir.
>Frutos secos: el niño no puede tomarlos hasta los cinco años. Son muy alergénicos y suponen un gran riesgo de atragantamiento.
>Marisco: debe evitarse hasta pasados los tres años.
>Pescado azul: Hasta los 12-15 meses el niño no puede tomar pescado azul. Conviene elegir variedades pequeñas. Hasta los tres años no podrá tomar ni pez espada ni cazón ni atún rojo (y cuando lo haga, en muy pequeñas cantidades y una vez por semana ya que pueden contener altas cantidades de mercurio).
>Leche de vaca: el niño no debe tomarla hasta pasados los 12 meses, aunque lo deseable es a partir de los dos años. Además de estos, si en la familia hay antecedentes de alergias a algún alimento es posible que el pediatra te aconseje retrasarlo en su alimentación. Igualmente, hay ciertos platos que se deben evitar durante la etapa infantil.