Puede que tu hijo te haya contado que tiene un amigo invisible y, de hecho, probablemente le hayas visto hablar con él o incluso jugar. Para algunos padres puede que sea algo preocupante, pero en realidad es una etapa muy común en el crecimiento de los niños. Hay que tener en cuenta que están desarrollando su imaginación y creatividad, por eso es normal que hasta cierta edad, los más pequeños creen esta figura imaginaria. Si tu hijo es uno de estos niños, aquí te damos algunos consejos para lidiar con ello. ¡No hay de qué preocuparse!
¿Es normal que los niños tengan un amigo imaginario?
En realidad, es bastante frecuente, especialmente durante la etapa de los dos a los seis años. Según un estudio realizado por Jacqueline Benavides Delgado, magíster por la Universidad del País Vasco e investigadora de la Universidad de Los Andes (Colombia), entre el 12 y el 33% de los niños de estas edades tienen un amigo imaginario. Esta etapa supone el momento de descubrir y aprender cosas nuevas, su creatividad e imaginación se encuentran en pleno desarrollo. En ocasiones achacamos la creación de ese amigo imaginario a posibles carencias afectivas de los niños, pero en la mayoría de los casos se debe a un método que emplean para expresar sus emociones, miedos e inquietudes.
Están en una etapa en la que empiezan a socializar con otros niños en el colegio, a tener ciertas responsabilidades, como hacer deberes, cumplir normas… Son conscientes de esta evolución, pero a algunos niños les cuesta asimilarlo, por eso crean una figura imaginaria con la que poder evadirse de la realidad.
¿Deben preocuparse los padres?
Tan normal es que los niños tengan un amigo invisible, como que los padres se preocupen por ello. Pero tenemos que ponernos en su lugar, de hecho, puede que nosotros también recordemos haber tenido uno y ya sabemos lo que acaba ocurriendo: a medida que crecemos, desaparece. Como hemos dicho antes, que los niños tengan un amigo imaginario, puede conllevar ciertos beneficios: les permite expresar sentimientos y emociones que de otro modo reprimirían. Tenemos que tener en cuenta que los amigos imaginarios no son alucinaciones de los niños, sino personajes que ellos mismos han creado y controlan. Además, son una oportunidad para desarrollar también su lenguaje y adquirir agilidad. De hecho, un estudio realizado por Elaine Reese, catedrática de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), descubrió que los niños con amigos imaginarios tenían más vocabulario, y por lo tanto mejor capacidad para contar historias que los demás. Y esto es algo que les puede beneficiar: "La habilidad del pequeño para contar historias ayuda a la capacidad para leer, por lo que puede mejorar su rendimiento académico", añade la especialista.
Sin embargo, aunque generalmente es una etapa muy común, pueden darse ciertos momentos en los que los padres sí deberían preocuparse por el tema. Aunque lo normal es que los niños dejen de interactuar con estos amigos en torno a los seis o siete años, en algunos casos tardan más en desaparecer. Según Jacqueline Benavides, "el problema viene cuando los pequeños utilizan a su amigo invisible para evadirse de sus responsabilidades". Es decir, cuando no hacen los deberes por jugar con ellos, cuando les echan a ellos la culpa de las cosas que no han hecho bien… Además, si persisten en su imaginación, podrían dificultar el desarrollo de vínculos afectivos con otros niños de su edad.
Si estas conductas se advierten, y sobre todo si se hacen a partir de los siete años, es recomendable que los padres acudan a un profesional.
¿Cómo hay que actuar?
Si queremos que ese amigo imaginario no perdure en el tiempo, es recomendable seguir una serie de consejos. María Pía Castro, psicóloga infantil, recomienda:
- No darle demasiada importancia: no hay que preocuparse en exceso puesto que en la mayoría de los casos es simplemente una etapa del desarrollo infantil, y por lo tanto hay que aceptarlo con normalidad.
- No potenciarlo: no debemos preguntarle demasiado por él ni hacer referencias al respecto.
- Tampoco es recomendable rechazarlo ni hacer sentir a nuestro hijo que está haciendo algo malo: recuerda que está desarrollando su imaginación.
En resumen: tenemos que aceptar esta etapa de desarrollo emocional con normalidad, sin potenciarla pero sin prohibirle a los niños que tengan un amigo imaginario. Aprovecha para observarle y conocer mejor sus preocupaciones e inquietudes. Déjales crecer y madurar, ¡el tiempo hará el resto!
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