¡Te van a encantar!
Como habrás podido comprobar, el invierno no se anda con chiquitas y nuestros pobres pies se resienten. Por muy largos que sean los calcetines, y aunque los llevemos a pares y de los gordos, ¡no son suficiente! Además, el hielo y el viento también nos estropean las plantas, pues las llevamos congeladas a todas horas.
¿La solución? Unas botas forradas. Al contrario de lo que pueda parecer, muchas de nosotras aún no las hemos probado. ¿Por qué? Sobre todo porque la estética de este tipo de botas no nos emociona demasiado. Ese aire «Jane, reina de la selva» nos ahuyenta a muchas. SÃ, sÃ, cuando se trata de botas forradas no hay grises: o las adoras o las detestas. ¡Abrimos el debate!
¿Me gustan o no?
Son botas que desencadenan pasiones. Sin embargo, todas, o casi todas, necesitamos dedicar algo de tiempo a la cuestión. ¿Y eso? «Me hacen los pies muy grandes y muy anchos.» El resultado: no son suficientemente glamurosas. Y en cuanto a lo de la plantilla compensada, no gusta a todo el mundo. Resumiendo: el problema de este calzado es la estética. Pero antes de encontrarles pegas, hay que probarse un par y reÃrse de los pies de Yeti que nos hacen. ¡Ésta es la mejor parte!
Hasta que nos iluminamos a lo grande: «Bueno, me las compro para ir a pasear los fines de semana...», y acabas que no te las puedes quitar ni para ir a trabajar. Ahórrate el «es que son tan cómodas...». Nada de excusas, te has vuelto una auténtica adicta.
El argumento fácil no sirve, sobre todo entre las más fashion: «Botas forradas, ¿estás de broma? Bonitas, precisamente, no son...» Es cierto, cuando hablamos de ellas no podemos recurrir al argumento estético ni al de la comodidad. Simplemente hay decir que están de moda.
SÃ, pero ¿con qué?
En invierno son de obligación. Además, con la nieve se convierten en el sueño de nuestros pies. Son cómodas, prácticas y eficaces. Póntelas siempre que puedas. Te garantizamos que acabarás viéndolas preciosas. Con un pantalón, por fuera o por dentro, una falda o un vestido con medias y calcetines altos. Estas botas pegan con todo, hasta tal punto que incluso los hombres empiezan a ponérselas.
¿El secreto? Aceptar el pie de Yeti que nos impone la bota. Está claro que no es lo más, pero cuando comprobamos que es lo que se lleva, y nos olvidamos del fantasma del pie fino, ¿por qué no? Si alcanzas este punto, entenderás que estas botas son el accesorio del invierno, extensible a cualquier momento en el que haga frÃo. No lo dudes: como cualquier complemento de obligación, están en todas las marca.
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Las conocidÃsimas Ugg ya no son las únicas. Desde Chanel hasta Carrefour..., las hay de cualquier precio y de cualquier tipo. ¿Con forro por dentro o por fuera? Es lo de menos, las verás en cualquier lugar, pues una vez te las pongas, no te las querrás quitar.