Hoy en día las cosas han cambiado. Lucir pieles naturales es casi un problema y subleva polémica ética y moral. ¿La alternativa? La piel sintética, que desbanca cada vez más a la natural. Y tú, ¿qué piensas?
La muerte de las pieles naturales
La ropa de piel auténtica, tan apreciada en su momento, hoy genera escándalo. Entre los eslóganes («vestir pieles es vestir muerte»), las películas, las fotografías y los chocantes testimonios que circulan por internet, el compromiso de la gente y las acciones de algunos grupos protectores de animales, la piel auténtica tiene cada vez menos consumidores. Lo que fue en su momento un icono de elegancia y glamour se ha convertido en símbolo irrespetuoso por la vida de los animales y de crueldad. Tú eliges: llevar pieles o proteger la fauna.
El auge de las pieles sintéticas
La alternativa existe. Las que quieran seguir luciendo abrigos de pieles sin cargo de conciencia, tienen la solución en las pieles falsas. Denominadas equívocamente «pieles sintéticas», se obtienen a partir de fibras sintéticas que imitan el color y la textura del pelaje de algunos animales. Para su fabricación se utiliza petróleo en lugar de piel auténtica y es una solución que hoy en día podemos encontrar en muchas prendas: abrigos, bufandas, guantes, gorros, zapatos, etc.
En ningún caso se trata de una mala imitación. Son de muy buena calidad y sus propiedades son las mismas que las de la piel animal: no pica, es flexible, respira y es impermeable. ¡Qué más queremos! Gracias a ellas podemos seguir luciendo pieles sin tener mala conciencia.
Pieles falsas para estar elegante
Hay donde elegir, la piel sintética se utiliza para cualquier prenda y de muchas formas: piel que imita a la del lobo, zorro, conejo o visón. Gente normal y fashionistas, en forros de abrigo y en accesorios, zapatos y sombreros... ¡Donde sea! Ya no tenemos por qué dudar cuando queramos añadir unos puños o unos bajos de piel a alguna de nuestras prendas. Ahora la ropa lucirá más elegante y fina y al mismo tiempo nos sentiremos más resguardas del frío.
No se trata sólo de un tejido más suave al tacto, también es beneficioso para el monedero. Obtenemos la misma calidad que con una piel auténtica, pero a un precio mucho más razonable. Así pues, conciliaremos protección del medioambiente con ahorro económico.
Otra ventaja es que necesita muchos menos cuidados que la natural: no hay que desengrasarla (algo que se tenía que repetir cada 2-3 años con la piel natural), tampoco hay que impermeabilizarla, etc. La piel sintética se ve brillante y es de tacto suave en cualquier condición.
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Entonces..., ¿te hemos convencido?