La situación siempre suele ser la misma: Un papá o una mamá navega por la red, embelesado tras la llegada al mundo de un hijo. Recorre galerías de imágenes casi perfectas en busca de inspiración y, ¡de repente!, encuentra la imagen. Esa fotografía que motiva la acción/reacción y hace que el salón de la casa se convierta, casi como por arte de magia, en un improvisado set fotográfico.
Prepara fondos y decorados, calibra las luces, realiza algunas pruebas y empieza la función. Como si de un circo se tratara también hay artistas protagonistas: sus hijos; y estos no siempre están por la labor ni tienen las mismas ganas de posar ante una cámara que los modélicos niños de las imágenes.
La realidad es dura y, aunque los ilusionados padres esperaban conseguir auténticas obras de arte dignas de exhibición para felicitar las próximas fiestas o sorprender a la abuela, la vida les enseña que los niños son exactamente eso, niños, y que mantenerse calmados, cultivar la paciencia o posar como modelos de Benetton no son algunas de sus cualidades más innatas.
Esta galería de imágenes recoge algunas de las sesiones de fotos con menos éxito de la historia de la fotografía infantil. Fotografías en las que sus protagonistas no soportaron el peso de la “fama” y decidieron no tratar con las capacidades artísticas y creativas de sus progenitores. Escenas que nos recuerdan que, cuando tratamos con niños en una sesión de fotos, cualquier parecido con la ficción es mera coincidencia.
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